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Soy Juana Laínez y nada más. ¡No inventen!

4 Marzo 2017

 

Soy Juana Laínez y nada más. ¡No inventen!

Por: Ismael Zepeda Ordóñez

En nuestro país hay varios sitios geográficos cuyo nombre ha sido objeto de controversias a lo largo del tiempo. Y algunas polémicas siguen tan actuales que pareciera que nada ha ocurrido. Las toponimias de origen prehispánico que sufrieron cambios durante el mundo colonial, recobraron su nombre original tras luchas de los pueblos por mantener esa identidad. La idea geográfica es parte de una identidad que vincula las comunidades con su origen, arrastrando consigo tradiciones, leyendas y mitos. Uno de los sitios que hasta hace un par de años ha vuelto a su nombre original es Cantarranas. Otros se debaten entre un nombre impuesto y su original. Y en este sentido, para asegurar que no se cambiaran los nombres ancestrales, el Congreso Nacional por decreto número 34, prohíbe cambiar nombres indígenas (Gaceta 8,738 del 21 de junio de 1932). Y considerando que el viejo sitio de Quiebra Monte y luego conocido con el nombre de Juana Laínez ya era confirmado en el nombre de su propietaria, me encuentro con una sorpresa: el Club Rotario Nueva Tegucigalpa invita a una celebración centenaria en el Cerro Juan A. Laínez (La Tribuna. 24 de febrero 2017. Pág. 53). La nota invitaba a un evento festivo en el Cerro Juan A. Laínez. ¿Existe ese sitio geográfico en Tegucigalpa? ¿Qué dirán nuestros lectores? ¿Y quién era Juan A. Laínez? Nadie, nadie. Sólo ha tenido existencia mediante el decreto 105-2000 y nada más. Se les ocurrió escuchar a esos aficionados de la cultura histórica que frente a la prueba documental no resisten el primer pulso. Porque en ningún documento histórico se menciona un nombre de tal naturaleza para referirse a un sitio geográfico. Esa existencia es producto de una tergiversación y una obstinada idea de crear ficticios ante la 

falta de investigación histórica. Entonces, ¿cuál es la realidad documentada de ese lugar? Debemos ratificar que Juana Laínez es una persona real, histórica y bien conocida en la Villa del Real de Minas de San Miguel de Tegucigalpa y Heredia. Para confirmar su identidad personal, presentamos el documento siguiente: “En el pueblo y Real de Minas de Tegucigalpa en catorce días del mes de julio de mil seiscientos  setenta y siete. Ante mí, don Fernando Rangel de Salvatierra, lugar Teniente General de Alcalde Mayor, de las Minas y Registros de esta Provincia de Honduras por su Majestad se encuentra esta petición y por mi vista. Juana Laínez, viuda de Sevastián Rodríguez, vecino de este pueblo, ante vuestra merced en la forma y manera que más a mi derecho convenga y digo: que Joseph de Araujo, me es deudor de quince pesos de a ocho reales. Los cuales son y proceden del acarreo que de metales bajo el dicho mi marido al ingenio del susodicho Araujo, y porque a mucho tiempo que los debe y se han hecho con él infinitas diligencias para que los pague. Y no se ha podido conseguir, ni el dicho mi marido en su tiempo pudo y porque al presente soy una pobre viuda que aún todavía estoy debiendo la mortaja, cera y entierro del dicho mi marido. Y no tengo otra cosa de que poderlo pagar. Por tanto. A Vuestra Merced pido y suplico, sea muy servido declare el dicho Joseph de Araujo, si es así como llevo referido y declarado que haya mandar, me dé y pague dicha cantidad; pues es tan corta. Y para efecto como llevo referido que en hacerlo Vuestra Merced obrará en justicia y recibiremos con ello lo que pido. Juro en la forma y en lo necesario. (F). Juana Laínez. (Caja 13. Número 000349 ANH). En tal extremo, la señora Juana Laínez, viuda de Sevastián Rodríguez fue un personaje real, auténtico, de carne y hueso. No es producto de trasnochadas de historiadores o inventores de cuentos y leyendas. Nada es más falso que señalar al histórico Cerro Juana Laínez con el nombre de Juan A. Laínez. Aun argumentando una tesis incorrecta que sostiene que las mujeres no eran propietarias en el mundo colonial. La fuerza documental en el Archivo Nacional sostiene fehacientemente que tal idea es insostenible a la luz de la prueba documental. Las mujeres en la alta edad colonial ya eran propietarias. Por lo cual, el nombre correcto, verdadero, auténtico, legítimo y documentado del viejo sitio de Quiebra Monte es Juana Laínez. Otro nombre es inventado y no tiene respaldo histórico-documental. Desde los límites con la antigua Villa de la Concepción de Comayagüela ya figuraba con el nombre de Juana Laínez ese sitio geográfico, cuyas colinas caen, originalmente, al río Grande. Este lugar ha servido de cementerio, de fortín militar, de monumento a la Paz y al indígena Elempira hasta hoy con el nombre de Parque estudiantil. Sin descartar la asignación hecha del sitio a la UNAH. El año 2012, la Fundación Ecológica de Tegucigalpa (decreto 175-2006) convocó a un concurso histórico-literario para asegurar el nombre correcto del sitio. Varios historiadores participaron con sus trabajos de investigación. Y la FET se comprometió a publicar los trabajos premiados. Y eso no ha ocurrido. El silencio envuelve en la bruma el origen histórico del Cerro Juana Laínez, dando lugar a esas confusiones que en nada ayudan a la comprensión histórica del origen del nombre del sitio geográfico. Por eso, recogemos el clamor manifestado desde hace 340 años: ¡No inventen!, soy Juana Laínez y nada más.